Esta novela presenta una historia de amor, amistad y aprendizaje. Entre sus páginas se entretejen varias tramas narrativas, las cuales, expresadas con giros de la oralidad propia de los habitantes de la costa norte del Perú, nos transportan a referentes cotidianos, no por eso menos importantes, de superación constante, perseverancia y deseos de libertad. Su desenlace principal cuestiona la tradición aún arraigada en algunos pueblos en la que el padre tiene la última palabra en el futuro afectivo de la hija.
La riqueza de esta novela radica, en primer lugar, en la juventud de sus personajes. Son sujetos que van evolucionando conforme avanza el planteamiento de la historia. Son adolescentes que crecen y se enfrentan a diversos obstáculos que les plantea la vida, los cuales resuelven, mal que bien, con grandes dosis de dramatismo. De ahí la verosimilitud de lo narrado. Por otro lado, los ambientes principales de la novela están constituidos por escenarios alternos entre la escuela, el instituto pedagógico y la vida del campo. El mérito de la anécdota radica en que se trata de una historia sui géneris en la que el amor triunfa a pesar de los convencionalismos sociales.