En este libro, Marco Antonio Corcuera se muestra como el poeta que siempre ha sido (que siempre es): un ser que añora los vientos idos, aquellos de la infancia donde los seres salidos del misterio (fantasmas, brujas…) aterrorizaban (con un terror que hoy se añora) los años inocentes. Años donde uno resulta ser tan antiguo como el hombre en sus inicios. Evidencia esa inclinación poética por el asombro, por el suspenso que tras la realidad guardaba para el niño (guarda para el poeta) todas las realidades de su imaginación. Cosa que bien podría decirse: la verdad y la sinceridad de lo que queremos o presentimos ver y quizá nunca veremos.
(Jorge Díaz Herrera).